De asentamiento a ciudad: un paseo por la fundación de Cienfuegos

De asentamiento a ciudad: un paseo por la fundación de Cienfuegos

Cienfuegos no sería Cienfuegos si no existiera el mar. Es el mar y su abrigada bahía la que atrajo a la zona a los primeros pobladores indígenas y después a los conquistadores españoles, y son esas mismas aguas las que dan hoy carácter a esta ciudad afrancesada, única en Cuba por su arquitectura y urbanismo, declarada por ello en 2005 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Cienfuegos tuvo sus colonizadores españoles y sus fundadores franceses, pero antes acunó en sus aguas mansas a aborígenes siboneyes del antiguo cacicazgo de Jagua, asentados en las riberas de esta espléndida bahía de bolsa de 18,5 kilómetros de profundidad y un estrecho y protegido canal de entrada de más de 3 kilómetros de largo.

Bahía de Jagua Foto: www.cienfuegoscity.org

Hacia 1494, durante su segundo viaje a América, Cristóbal Colón se detuvo y proveyó de agua y leña en la bahía de Jagua a las carabelas La Niña, La Juana y La Cordero, ofreciendo a Europa las primeras noticias del lugar, al que nombró Puerto de Misas.  En 1509, Sebastián de Ocampo realizó el primer bojeó completo a la isla y durante su larga navegación descansó también un tiempo en uno de los cayos situado en el interior de la fabulosa ensenada (el actual Cayo Ocampo), para después informar al rey de España que “… este puerto que sus habitantes llaman Jagua es de los mejores y más seguros para mil naos que se puedan hallar en el mundo”.

Plano del Puerto de Jagua Foto: Ecured

Pese a las excelentes condiciones naturales de la bahía de Jagua y a la fertilidad de sus tierras, el oro que había allí no era mucho y se descartó crear en aquel cacicazgo siboney una villa. Sin embargo, fue desde allí que Velázquez ordenó a sus hombres salir a fundar Trinidad y Sancti Spíritus, en 1514, ante las mejores perspectivas de encontrar allí lavaderos de oro, expectativas que luego resultaron falsas.

Diego Velazquez Cuellar, primer gobernador de Cuba

Fray Bartolome había escuchado en La Española las prédicas del dominico fray Antonio de Montesinos censurando la conducta de los conquistadores respecto del maltrato de los indígenas, pero siguió defendiendo la institución de la encomienda y por su participación en la colonización de Cuba le fueron otorgadas tierras e indios cerca de la desembocadura del río Arimao, en la bahía de Jagua.

Fue precisamente allí donde Las Casas tomó conciencia de lo injusto del sistema impuesto por los colonizadores, y desde Jagua salió, el 15 de agosto de 1514, día de la Asunción, a la edad de treinta años, a pronunciar su famoso sermón del arrepentimiento en el que renunció públicamente a su encomienda e inició su lucha en defensa de los indios en la recién fundada villa de Sancti Spíritus, lugares históricos que hoy se pueden visitar y que en sí mismos constituyen una ruta única.

Tras la partida de Fray Bartolomé de las Casas, andando el tiempo se asentaron en paz en las riberas de la bahía de Jagua nuevos colonos españoles. La agricultura, la pesca y la ganadería eran recursos seguros, también las maderas preciosas que abundaban en el lugar y que siglos después servirían para fabricar y reparar barcos y para construir las señoriales mansiones de la Habana, Trinidad y, más allá, allende los mares, incluso para ennoblecer algunos aposentos y techos del Palacio Real en Madrid.

En 1554 Jacques de Sores, Francis Drake en 1586, junto con John Morgan, Jean el Temerario y Gilberto Girón fueron, cada cual, en su tiempo, famosos piratas visitantes de la bahía de Jagua. Con ellos comerciaban los activos habitantes de la comarca, contrabandeando así sus productos que carecían de otra salida por la política restrictiva de la metrópoli.

No pocos creen que en lugares del litoral como el Caletón de Don Bruno, en el Jucaral, al oeste de Cayo Carenas, los piratas hicieron enterramientos de fabulosos tesoros procedentes de sus rapiñas, pero hasta el presente no han sido hallados.

Cayo Loco, Cienfuegos

La ciudad nació un 22 de abril de 1819, fundada por colonos procedentes de Burdeos, bajo el mando del teniente coronel Don Luís De Clouet y Favrot, de origen francés. Se convirtió, así, en la única ciudad de América que bajo la Corona Española fue soñada, diseñada y fundada por franceses, un sello que, por su creación e imagen, la convierte en la ciudad más afrancesada de Cuba.

El acta fundacional recogió la decisión conjunta de ponerle como nombre Fernandina de Jagua, el cual cambió definitivamente el 20 de mayo de 1829, cuando el rey le concedió el título de villa y le dio el nombre de Cienfuegos en honor de don José Cienfuegos, capitán general de la isla. A Cienfuegos le fue concedido el título de ciudad por real orden del 10 de diciembre de 1880, considerando “el aumento de su población, el progresivo desarrollo de su riqueza agrícola e industrial y la importancia de su puerto marítimo”.