La receta parece sencilla, pero no lo es: unas gotas de Campari, 2 centilitros de licor de manzana, otros dos de vermut blanco y 4,5 de ron Havana Club 7 años. Se revuelve 15 segundos con cadencia, maestría y una cucharilla de espiral, y ahí está: una explosión de sabor, con un punto semiamargo y semiseco a la vez, que constituye un regalo para los sentidos difícil de clasificar. Tan especial es el combinado, que obtuvo el primer premio en el campeonato mundial de coctelería clásica en Sevilla en 2003.
El nombre de la criatura es ‘Adan y Eva’, y su autor, el cantinero cubano Sergio Ramírez, tardo un año o más en llegar a la fórmula que es hoy protagonista de un espacio privilegiado que acaba de abrir sus puertas en la ciudad, y que está llamado a convertirse en sitio de referencia en esta capital internacional del cóctel que es La Habana.
Situado en el amplio lobby del hotel Tryp Habana Libre, otrora Habana Hilton, que en enero de 1959 fue tomado como puesto de mando de la revolución, el bar es absolutamente nuevo tanto por el lugar que ocupa como por su concepto y, sin embargo, nace cargado de historia y de una energía invisible que es ingrediente básico en un establecimiento como este.
Asomado a la calle 23, con amplios ventanales que dan a La Rampa, donde late la vida de la capital, la coctelería y el buen hacer de sus cantineros es sin duda el alma de este lugar singular, como también lo es su música a lo Café del Mar, el diseño de sus muebles, el tono de las luces, su carta de daiquiris frappe, las tapas y el ambiente, moderno y cosmopolita, pero a la vez inseparable del carácter de un hotel que durante tres décadas fue epicentro de Cuba.
El Adán y Eva reina aquí y está en el centro todo. Uno puede consumirlo tal y como vino al mundo y lo concibió Sergio, o como Adan y Eva Tonic (con agua de tónica), como Gin Adan y Eva, o con tequila, o whisky, según el gusto de cada uno, si se prefiere reservarte el ron para otros asuntos de más adelante. Cuenta Ramírez, que lleva este bar y los demás que funcionan en el lobby, que su trago está dedicado al amor y que es para conocerse y disfrutarlo, no para emborracharse. De igual modo, en su barra redonda los barman bajo su tutela convierten en una maravilla los Mary Pickfords (jugo de piña, ron blanco y granadina, preparado en homenaje a la popular actriz norteamericana, asidua a los bares cubanos de la época) y los Havana Special (marrasquino, jugo de piña y ron blanco, servido en copa alta de champán), entre otros ilustres tragos cubanos de fama internacional, de los que Sergio o sus ayudantes pueden hablarte horas.
Esa es otra característica de este nuevo santuario del buen beber, su gente, con la que se pretende marcar y se marca la diferencia, como podrá comprobarse. No es ninguna casualidad que Sergio sea el único cantinero cubano que, en más de setenta años de historia, haya podido ganar el prestigioso Campeonato Mundial de Coctelería Clásica. Y tampoco son muchos los bares del mundo que pueden contar con el pedigrí de un trago vencedor como el Adan y Eva, y con el profesional que lo creó al frente de la barra donde usted podrá acodarse y evocar otras historias y leyendas.
Sergio, o cualquier otro de su plantilla, podrá contarle que fue el propio Conrad Hilton quién inauguró el hotel el 19 de marzo de 1958, cuando la instalación llego a ser una de los más altas y lujosas de América Latina, con sus 630 habitaciones, de ellas 42 suites, en las que se alojaron millonarios norteamericanos y estrellas como Dolores del Río y Mario Moreno Cantinflas, si bien con los nuevos tiempos se instalaron en ellas macheteros de la zafra, estudiantes de arte y obreros vanguardia. En el lobby del hotel pueden contemplarse hoy las imágenes de entonces: los guerrilleros barbudos recostados en sillones y columnas del hotel con cananas y granadas al cinto mientras fuman temerariamente habanos; Fidel hablándole a los periodistas desde la suite La Castellana, en el piso 22, que fue corazón de la revolución los primeros años (esta suite es la única habitación del hotel que se conserva original y con su decoración decó); o las imágenes de los congresos populares (como el de la alfabetización) y conferencias internacionales celebrados allí en aquellos tiempos, junto otros muchos recuerdos de entonces y también pueden contemplarse sus famosas obras de arte, como los murales de Manuel Carreño, Amelia Peláez o Rene Portocarrero , cuya obra ‘Las Antillas’ todavía decora el mítico bar Las Cañitas, donde en otra época cantineros tan ilustres como Sergio, entre ellos los hermanos Moya, agitaron la batidora.
Todo este mundo y esta tradición de rones y leyendas está en el Adán y Eva, donde se han creado para el visitante tres espacios bien diferenciados durante el día: Adan y Eva Al Despertar, con cócteles de café e infusiones, por la mañana; Adan y Eva Al Conocerse, a mediodía, con espumosos y tragos sin alcohol y tapas como los cucuruchos de queso Fieta con mus de higos; y Adán y Eva el pecado, al ponerse el sol, cuando rugen las batidoras y los DJ comienzan a pinchar músicas ibicencas que te suben a la nube de La Habana.