El año pasado Cuba batió un nuevo record de llegadas de viajeros. Cuatro millones de turistas visitaron la isla y casi una tercera parte de los que pernoctaron en hoteles lo hicieron en las 27 instalaciones turísticas que Meliá tiene a lo largo y ancho del país, distribuidas en ocho destinos que incluyen las dos principales ciudades -la capital, La Habana, y Santiago, en oriente-y los cayos y playas más paradisíacas, de Cayo Santa María a Cayo Coco y de Varadero a Playa Esmeralda. El nuevo record supone un incremento del 13% en relación al año anterior y responde, fundamentalmente, al aumento de las visitas desde Estados Unidos y Europa, lo que consolida a Cuba como destino principal del Caribe.
Como se esperaba, los viajes de ciudadanos norteamericanos son los que más crecieron este año, cuando se produjo la visita del presidente norteamericano Barak Obama -que, pese a mantener el embargo, flexibilizó las restricciones de viajes a la isla– y en el que hasta actuaron en La Habana los Rolling Stones. Sólo entre enero y junio, 137.000 estadounidenses llegaron a Cuba, un 79% más que en el primer semestre de 2015, y buena parte de estos visitantes eligieron el Meliá Cohiba y el Meliá Habana para pasar su estancia en la capital. En estos 12 meses, los cantineros de estos establecimientos no dejaron de frapear daiquirís en sus batidoras y de contarles a los nuevos clientes la historia de los tres tragos cubanos más famosos hechos a base de ron, tan internacionales que hoy uno los puede consumir en cualquier bar del mundo.
No es casualidad que el origen de estos tres cócteles, el daiquirí, el mojito y el cuba libre, tenga que ver con Estados Unidos, como revela el libro “Cócteles cubanos 1.100 recetas en el tiempo”, publicado en 2014 por el cantinero e investigador José Alfonso Castro Gómez, historiador de la Asociación de Cantineros de Cuba, institución que acaba de cumplir 92 años. El libro – aunque agotado, se encuentra en los anaqueles de los libreros de viejo en la Plaza de Armas- cuenta la apasionante historia del desarrollo de la coctelería en Cuba en dos etapas, de 1890 a 1960, y de 1960 a la actualidad (con una introducción de las bebidas y mezclas consumidas en la isla en los siglos XVIII y XIX, como la canchánchara o el saoco).
Es sabido que al comenzar el siglo XX, bajo la influencia de lo que ocurría en Estados Unidos y en menor medida en Europa, los cantineros cubanos comenzaron a crear nuevos y modernos combinados -así se llamaban entonces los cócteles-, movimiento que cobró fuerza durante los años de la ley seca en EEUU, cuando miles de norteamericanos desembarcaron en La Habana para saciar una sed que parecía no tener límites. Fue la época de oro del cóctel, el momento en que los bármanes cubanos encontraron espacio y condiciones para desarrollar su creatividad e implantar un estilo propio y reconocido en todo el mundo.
La historia del origen daiquirí no es desconocida: salió de las minas de Daiquirí, poblado cercano a Santiago de Cuba, allá por 1898, cuando el director de la mina, el ingeniero norteamericano Jennings Cox, quiso agasajar a un invitado bajo un calor de espanto con una bebida refrescante. La mezcla, que consistió sencillamente en hielo picado, ron, azúcar y limón, todavía sin batir, pasó al bar del hotel Venus de Santiago. Y de ahí llegó a La Habana, donde cayó en manos del famoso cantinero Constante, en El Floridita, quele agregóunas gotas de licor marrasquino y el punto exacto de batidora, surgiendo el mundialmente famoso Daiquirí nº 4Frappé (el nº 4 proviene de todos los experimentos que había hecho antes de llegar al cóctel perfecto).
La intervención posterior del escritor norteamericano Ernest Hemingway en su difusión es de sobra conocida, igual que en la del mojito, si bien esta historia es la de un engaño para ayudar a un amigo. Del mojito (ron, limón, hierbabuena, azúcar, agua gaseada y hielo), los antecedentes son tan nebulosos como largos, pues provienen del siglo XVI y del corsario Francis Drake, quien cansado de tomar amargos destilados de aguardiente comenzó a experimentar con diversas combinaciones y brebajes. Al final de los años, sustituido el aguardiente por ron y agregado un toque de angostura, se consolidó el mundialmente famoso mojito. El trago cobró auge durante la ley seca y se habló incluso de sus propiedades afrodisíacas, y durante los años cuarenta y cincuenta, Martínez, el dueño de la Bodeguita del Medio, una pequeña fonda de La Habana, intercaló el trago entre sus platos de comida criolla. Fue el periodista cubano Fernando Campoamor, amigo de Martínez y de Hemingway, quien pidió al autor de‘El Viejo y el Mar’un apoyo para la pequeña fonda, y de ahí surgió la frase escrita por el Premio Nobel “My mojito in La Bodeguita, My daiquiri in El Floridita”, que hoy cuelga en el restaurante, si bien Hemingway no pasaba casi nunca por allí.
El Cuba Libre fue bautizado por un grupo de soldados norteamericanos a finales del siglo XIX, cuando, reunidos en un bar de La Habana tras la independencia de España, en 1898, probaron la mezcla que había hecho alguien con ron, Coca Cola y un pelín de limón, en un vaso con hielo. La satisfacción fue tanta que de ahí vino un brindis: “¡Por Cuba Libre!”, y hasta hoy.
La historia de la coctelería cubana fascina tanto como su resultado y efectos sobre el personal, y aquí va, de regalo, otra perla que contaba otro mítico barman de El Floridita, Antonio Meilán. Un día llegó al local el mayor general García Menocal, que ocupó por primera vez la silla presidencial en Cuba en 1913, y le pidió a Constante que mezclara ron, vermut blanco y unas gotas de curasao rojo, y que le agregara un poco de cáscara de naranja. Al servírselo, Constante le dijo a Menocal: “Presidente, aquí tiene usted su presidente”. Ahí na más.