Si a uno le interesa el cine y la cultura, viajar a La Habana en diciembre puede ser una suerte y una feliz coincidencia. Pasear por la ciudad estos días, cuando los teatros y las salas de exhibición están abarrotadas de gente y el Hotel Nacional se llena de figuras del cine latinoamericano e internacional -incluido el director de JFK, Oliver Stone-, ayuda a comprender qué hace singular a Cuba y la diferencia de otros países de América Latina. Durante los diez días que dura el encuentro la ciudad se transforma y se colorea, y a las jornadas de cine y las conferencias se suceden noches de fiesta, de descargas musicales y de tertulias hasta el amanecer. En La Habana siempre hay sorpresas. Y pasiones. Y polémicas.
Dos filmes fuera de concurso son sonadas biografías y destacan en esta 38 edición del Festival. Stone, que conoce bien el género después de haber revivido al asesinado presidente John F. Kennedy y de hacer un famoso retrato del desaparecido líder cubano en el documental Comandante (2003), desembarca ahora en La Habana con Snowden, la historia del hombre que destapó el sistema de escuchas masivas de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense y de la formidable persecución de que fue objeto por ello.
Con este argumento en el centro de la acción y casi como una excusa, el director norteamericano hilvana una descarnada denuncia de la perversidad e impunidad de los poderes fácticos en su país con la mirilla puesta en varias dianas, empezando por la falta de escrúpulos de los servicios de inteligencia y la hipocresía de los políticos, y ahí Obama está en el ojo del huracán. Stone apunta además a la corresponsabilidad de los medios de comunicación (en contraste con la valentía de los periodistas del diario británico The Guardian que entrevistaron a Edward Snowden en su rocambolesca huida), al tiempo que pone en evidencia el desconcierto de una ciudadanía atrapada entre el inconformismo y la ignorancia, en una película que no deja indiferente a nadie y menos vista en Cuba.
Si Snowden es uno de los platos fuertes del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que ayer comenzó -y durará hasta el 18 de diciembre-, igual o más lo es Jackie, debut en inglés del director chileno Pablo Larraín que tiene como protagonista la intrigante figura de Jacqueline Kennedy, la esposa y viuda de John F. Kennedy, interpretada por Natalie Portman. La película, estrenada con excelentes críticas en el pasado Festival de Venecia, transcurre durante los tres días de duelo que siguieron al asesinato del presidente John F. Kennedy e intercala flashbacks con escenas de la Primera Dama mientras prepara el funeral.
“Jacqueline Kennedy fue una de las personas más fotografiadas del siglo XX y sin embargo conserva un misterio que no han logrado develar ni los años ni los numerosos libros y películas que se han hecho y escrito sobre ella. Para mí ese era el desafío más importante del proyecto”, ha dicho de su trabajo Larraín. El director ganó la pasada edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano con ‘El club’, una crítica demoledora de la Iglesia, y ahora concursa en la sección oficial de largometrajes de ficción con otra biografía polémica, la de su compatriota, el poeta comunista y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda. La cinta ha sido criticada con dureza por los nerudianos puristas por bajar del pedestal al autor del Canto General y poner el acento sobre sus gustos burgueses y su carácter prepotente, sexista y su afición por la bebida, y también por no ser rigurosa en los hechos históricos que cuenta. Aquí se vuelve a lo de siempre: darse licencias artísticas y hacer una película totalmente imaginativa al recrear la vida de una figura histórica contemporánea es camino seguro para que te crucifiquen, sea en Hollywood o en La Habana.
Con el Neruda de Larraín, 18 filmes concursan en la categoría de largometrajes de ficción del Festival y tres de ellos son cubanos. La que todo el mundo espera es Últimos Días en La Habana, del multipremiado Fernando Pérez, autor de filmes esenciales de la cinematografía cubana como Suite Habana. De nuevo Pérez pone en el centro de su trabajo y de sus preocupaciones Cuba y su historia reciente, y ese mismo desgarro está en la base de la película que defiende del realizador Lester Hamlet en Ya no es antes, adaptación de la pieza teatral Weekend en Bahía, del fallecido dramaturgo cubano Alberto Pedro. Interpretada por Isabel Santos y Luís Alberto García, dos de los más destacados actores de la isla, Ya no es antes cuenta la historia de Mayra y Esteban, dos enamorados que se reencuentran tras cuatro décadas de separación y viven un limbo de emociones a partir de la inmigración.
Quienes asistan al Festival de Cine de La Habana estos días van a tener la tremenda suerte de poder ver por primera vez restauradas dos grandes películas de Tomás Gutiérrez Alea, que tratan y están en el corazón de la revolución cubana: Memorias del subdesarrollo (1968) y Los sobrevivientes (1978). Por favor, no deje de verlas y de disfrutarlas. Son vitales para bucear en el presente y el pasado reciente de Cuba.