Amanece en el Rincón Francés de Punta Hicacos, casi al final de la península de Varadero, y desde primera hora se produce en la orilla de la playa un espectáculo difícil de olvidar. Una pareja de pelícanos grises planea plácidamente esta mañana sobre el litoral, y en cada picado que realizan salen a la superficie del agua con un pez en la bolsa. Los primeros rayos del sol encienden de naranja el faro de Cayo Piedra, distante a unos pocos kilómetros, y con ese manchón de tierra en el horizonte los viajeros más madrugadores comienzan a pasear por el arenal y se agachan a recoger caracolas mientras los lagartos se desperezan.
Los turistas caminan despacio, escudriñando cada centímetro de playa en busca de conchas de moluscos marinos, igual que hizo en 1942 el poeta chileno Pablo Neruda, quien tras visitar el balneario se declaró “estupefacto” al observar “la turquesa oceánica” de las aguas de Varadero. El Premio Nobel de literatura era coleccionista de caracoles y durante su primer viaje a la isla se reunió con el famoso malacólogo cubano Carlos de la Torre – que le dijo: “los caracoles de tu patria se parecen a tu poesía, en la forma y en el color oscuro”-.
Ahí queda para la posteridad la conocida foto de Neruda, con pantalón largo y camisa a cuadros, sometido a las labores de recolección con una cesta en el brazo y las viejas casas de madera originales de Varadero al fondo. Años más tarde, Neruda escribiría su legendario poema ‘Varadero de Cuba’.
«Fulgor de Varadero desde la costa eléctrica cuando, despedazándose, recibe en la cadera la Antilla, el mayor golpe de luciérnaga y agua, el sinfín fulgurario del fósforo y la luna, el intenso cadáver de la turquesa muerta: y el pescador oscuro saca de los metales una cola erizada de violetas marinas».
Han pasado 75 años desde entonces, y en este lugar privilegiado de la cintura antillana, donde antes los pescadores lanzaban sus atarrayas y al caer la tarde los vástagos de algunas familias pudientes paseaban -incluidos los del magnate norteamericano Irenee Dupond, que se hizo construir en la península la mansión Xanadú-, se levanta otro paraíso singular que es el Royal Service del Paradisus Varadero, 82 suites de lujo que son la perla de este exclusivo resort de Meliá en la playa más famosa de Cuba.
El Royal Service del hotel Paradisus Varadero, al igual que el del cercano Paradisus Princesa del Mar, está diseñado para que los clientes que lo deseen se desconecten del mundo y de sí mismos y se dejen llevar por los sentidos y por ese bien tan preciado y escaso que se llama tranquilidad. Aquí el stress lo tiene difícil, a no ser que lo ponga uno mismo, pues todos los estímulos son para relajar: silencio, atención personalizada (pero sin agobios), cercanía de los empleados, playa exclusiva y piscina también exclusiva con zona de jacuzzi y solárium con vistas al mar.
El capitán de este barco, que funciona como un bálsamo y como un hotel dentro del hotel, se llama Darío Fernández, y no sólo se ocupa de sus 82 habitaciones de lujo y de las dos Garden Villas del Royal Service, sino también de las 234 suites del Family Concierge (el mismo lujo, pero para familias), y de las 428 suites del área standard. El Royal Service, sin embargo, es cosa aparte, admite su director: uno llega aquí y el tiempo empieza a adquirir otra dimensión y el reloj a funcionar con otra lógica.
El establecimiento ofrece valores que marcan la diferencia en un Todo Incluido, desde el servicio de mayordomía a su restaurant gourmet a la carta para desayuno, almuerzo y cena, servidos en terrazas con vegetación exuberante, cuidada decoración y la piscina y el mar a la vista. Si la playa es de altos quilates, también lo es el YIH SPA, que ofrece un circuito hidrotermal gratuito para los clientes del Royal Service y descuentos en los masajes, pero además en sus suites puede ordenarse un baño con sales y velas a una hora precisa, y además hay carta de almohadas y derecho a reserva en los ocho restaurantes especializados del hotel.
Cuentan Darío y los camareros que hay huéspedes que se ablandan y abandonan tanto que pasan el día entero sin salir del área, leyendo en la playa o a la sombra de una cama balinesa, olvidando móviles, tablets y cuanto aparato existe para conectarse, pese a que el wifi es gratis en esta zona exclusiva del hotel. Para el que practique golf, hay green fee ilimitado en el Varadero Golf Club (transfers no incluidos), el único campo de 18 hoyos que existe en la isla, construido en los predios de la antigua mansión Xanadú.
Por su puesto, estando en el Royal Service se puede acceder a todos los servicios y shows que ofrece el hotel, donde acaba de estrenarse hace unos días un espectáculo muy aplaudido. Se llama Divas, y es un homenaje a las grandes estrellas internacionales y cubanas de la canción, de Tina Turner a Omara Portuondo, pasando por Whitney Houston, Adele o Celia Cruz. Su creador es Carlos Telot, director artístico de los 28 hoteles Meliá en Cuba, ocho de ellos en Varadero, y su propuesta integra danza, canto, multimedia, números de circo bien integrados a la música y cuatro excelentes voces que interpretan los temas más famosos de las divas a las que se rinde tributo. Son 45 minutos intensos y que se pasan volando, con un despliegue de bailarines que aparecen por todos lados y hasta cuatro Harley-Davidson rugiendo en el escenario.
Y después otra vez a flotar.