#BitácoraDeCuba: Una boda con luna llena en punta Hicacos

#BitácoraDeCuba: Una boda con luna llena en punta Hicacos

El pasado 11 de abril, con luna llena, ron a favor y vientos de hasta 30 kilómetros por hora en el litoral de Varadero, se celebró en la playa del hotel Paradisus Princesa del Mar una ceremonia muy especial. Descalzos, vestidos de blanco y crema y con la silueta de los islotes de Cayo Piedra y Cayo Libertad a modo de altar,quisieron casarse dos novios venidos del frío de Estocolmo, igual que decenas de parejas hacen cada año en este resort de lujo que la cadena Meliá Hotels International opera en la península de Hicacos.

Playa del Paradisus Princesa del Mar
Playa del Paradisus Princesa del Mar

La novia, Emelie Kerstin Elisabet Andersson, sueca, maestra, de 28 años, quiso para este día “una boda elegante con un toque rustico en playa”. Y así se lo hizo saber a Aire de Fiesta, la misma empresa que decoró los camerinos de los Rolling Stones para su concierto en La Habana, hizo el arreglo floral para Michelle Obama durante la histórica visita a Cuba del ex presidente de los EEUU, Barack Obama,y que preparó el cumpleaños de Madonna en la paladar La Guarida, todo el año pasado.

Una “boda elegante con un toque rustico en playa” es fácil de pedir, aunque no tanto de montar, sobre todo cuando el viento no ayuda, aunque esto al final no fue un problema. Para ambientar la ceremonia, Aires de Fiesta optó por unos sobrios bancos de madera envejecida, una sencilla estructura adornada con flores de tonos pastel, rosas, after, pompones, claveles y abundante follaje verde repartido de forma desigual, y también farolitos verbeneros revestidos de tela de yute, todo tirando al beige, igual que el escenario para el photocall.

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Decoración Aires de Fiesta

Los novios trajeron para la ocasión una polaroid, con la que se retrataron los 50 invitados frente al mar turquesa de Varadero, y después cada uno pegó esas fotos en un álbum junto a un deseo de buena voluntad para la pareja. Antes de cumplirse el rito usual ante una notaria cubana que les habló del amor y de las cargas del matrimonio –“que en su unión crezcan los espacios, no dejen que el amor se convierta en una prisión”, les dijo-, sonó a modo de marcha nupcial el Evrething I do, de Brian Adams, interpretada por la violinista Julia Marta Álvarez, todo muy moderno.

El novio, Alfredo Muñoz, cubano y residente en Suecia desde hace años, conoció a Emilie en una discoteca de Estocolmo allá por 2009, y ambos decidieron celebrar la ceremonia en la Playa Azul de Varadero porque es una tradición en Cuba. De toda la vida, en los arenales de esta península la gente se ha casado y pasado la luna de miel, como uno puede comprobar en las revistas cubanas de los años cuarenta y cincuenta, aunque entonces la estética y los gustos eran otros.

Bodas antiguas en Varadero
Bodas en Varadero, en revistas de los años cuarenta y cincuenta

“Pasito a pasito/ suave, suavecito….”, y lo que sigue de la canción de Luis Fonsi se escuchó en la playa como marcha de despedida en el violín de Julia Marta, que además de trabajar para Meliá ocupa una silla en la Orquesta Sinfónica de Matanzas, donde -¡cosas maravillosas de Cuba¡- el pasado fin de semana interpretó un programa compuesto por una sinfonía de Haydn y obras del maestro cubano López Marín.

Con la luna llena instalada en el cielo de Varadero, comenzó la fiesta en la arena del Royal Service del Paradisus Princesa del Mar, situado en una porción de tierra conocida como Playa Calavera por ser el lugar antiguamente refugio de piratas y corsarios,muy cerca de una laguna salobre -ya seca- de donde se extraía una sal finísima.

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Los zapatos aquí, los votos allá

A la misma hora que se celebraba la boda ante algunos turistas y curiosos en bañador que, fascinados, hacían fotos con sus teléfonos móviles, en la plaza colonial del hotel comenzaban los preparativos para poner en marcha el espectáculo Latidos, en el que los protagonistas no eran otros que los sonidos de los tambores y de diferentes instrumentos de percusión fabricados con objetos reciclados. Hay que decir que las 630 suites de este resort cinco estrellas plus de Meliá estaban llenas esta Semana Santa, incluidas las dos suites presidenciales, con acceso independiente y un área de más de 170 metros cuadrados cada una, con terraza jardín, piscina privada y una palapa desayunador con espectaculares vistas al mar.

Como la mayoría de los hoteles marca Paradisus Princesa del Mar está ubicado en una reserva de alto valor ecológico y su original arquitectura está completamente integrada a la naturaleza. Tumbarse en sus jardines o en las camas balinesas a pie de playa, si uno está en una de las 168 suites de la planta Royal Service, es un lujo por la paz que se respira, la cercanía del personal y la tranquilidad.  “Aquí me desconecto del mundo, me evado totalmente, no pongo ni las noticias”, decía una huésped asidua del hotel, haciendo un buen resumen de lo que buscan y pueden encontrar buena parte de los clientes -un 60% de ellos canadienses-.

Mientras en la playa los invitados suecos y cubanos bebían y comían, en el Cigar Bar un grupo musical ambientaba la velada de otros viajeros y allí la cantinera Leydi Ferrer preparaba un trago de su creación, bautizado como Especial Woman y dedicado a la mujer, hecho a base de ron Havana Club tres años, licores de avellana y plátano, crema de güisqui y granadina….

Después de un coctel tan trabado, a uno sólo le quedó mirar al cielo y extasiarse cuando apareció el medallón de la luna en Punta Hicacos.