Mestizaje musical y jazz afro en Varadero

Mestizaje musical y jazz afro en Varadero

El primer tema que tocó el jazzista norteamericano Nicholas Payton en su actuación del Festival Josone Varadero Jazz & Salsa, el pasado 12 de julio, fue un excelente resumen del espíritu al que aspira este encuentro musical recién creado por el salsero Isaac Delgado. Payton comenzó con El guajiro, homenaje en clave de mestizaje al trompetista cubano Manuel Guajiro Mirabal, una de las estrellas del Buenavista Social Club, al que el músico de Nueva Orleans considera uno de los más versátiles y auténticos improvisadores de melodías.

Al piano y soplando la trompeta, al frente de un cuarteto de altos quilates, Payton rindió tributo a la mezcla musical que encarna Mirabal con esta pieza de influencia afro incluida en su último trabajo, Afro Caribbean Mixtape. No por casualidad también interpretó “Jazz is a Four-Letter Word”, del mismo disco, inspirada en el pensamiento del percusionista Max Roach, junto a quien reivindica las raíces africanas de una música que late en el corazón negro de EEUU y que, a su juicio, debiera ser llamada música afro norteamericana y no jazz.

Payton fue todo un acierto y un lujo en este Primer Festival Josone Varadero Jazz & Salsa, celebrado entre el 12 y el 15 de julio, que pretende convertir la playa azul en un gigantesco escenario musical cada año.  Con el fraseo de su trompeta y la profundidad de sus composiciones, Payton -que llegó por primera vez a Cuba en el año 2000 de la mano de Chucho Valdés- demostró que el punto de conexión entre Cuba, el son, los ritmos caribeños, el jazz y Nueva Orleans –“Cuba norte”, le llaman sus amigos- es África y los ritmos que trajeron a América los esclavos.

No por gusto cada día el Festival Josone comenzó con una descarga de rumba, a cargo de cuatro principales agrupaciones rumberas del país -Los muñequitos de Matanzas, Osaín del Monte, Rumbatá y Rumberos de Cuba- en honor al ritmo de origen africano que tanto ha marcado la música cubana y el jazz latino, declarado por la Unesco patrimonio intangible de la Humanidad.

Los tambores no pararon de sonar en las cuatro noches de conciertos en los que también se escuchó y bailó salsa, son tradicional y música urbana – a cargo de los populares regetoneros Gente de Zona-, aunque sin duda el jazz fue protagonista destacados. El concierto de Ernán López Nussa con su nuevo trío fue otra joyita para enmarcar. Ernán, heredero de la tradición de grandes jazzistas cubanos como Frank Emilio Flyn y Peruchín, hilvanó un repertorio de una finura demoledora: contradanzas, danzas jazzeadas inspiradas en las de Ignacio Cervantes, danzones-cha, standards… Música cubana a través del jazz, o jazz a través de la música cubana, siempre en el alma de todas sus composiciones.

El Septeto Santiaguero – con quien Payton trabajó hace un tiempo en el disco Raíces, nominado al Grammy Latino- trajo a Varadero toda la fuerza del viejo son de Santiago, cuna de Matamoros, Pepe Sánchez, Compay Segundo y Ñico Saquito, presentes en el festival a través de este increible agrupación que hizo las delicias de los bailadores. Las noches terminaron por todo lo alto con  orquestas de salseras de puntería, como las del organizador, Isaac Delgado,  y la de Gilberto Santa Rosa, que en su primera presentación en Cuba protagonizó un espectáculo de altura y tuvo un éxito absoluto.

En el Meliá Varadero y el Meliá Las Américas, donde se alojaron Payton y buena parte de los músicos invitados, los turistas no daban crédito. Cuando el primer día apareció el trompetista de Nueva Orleans en uno de los restaurantes con su correspondiente cadenón de oro, viajeros y camareros hicieron cola para fotografiarse a su lado. Pero lo bueno vino por la noche en el escenario. Todos decían lo mismo: que se repita.