El mundo es un pañuelo… Yo tengo un amigo de nítida fe… Dos reflexiones que se ajustan sobremanera a la mañana de sábado, cuando Johen Lefont, recordista mundial de dominio de balón en el agua impuso otra nueva marca de 1 513 toques con su testa en la piscina del Meliá Cohiba, desterrando miedos y desafiando el intento de alianza cruel que el pertinaz viento costero le proponía.
Expondré sencillamente el por qué de mis afirmaciones:
Con mi asistencia a presenciar la cota sucedió algo sui géneris: una especie de entrecruzamiento. Lefont siempre me tiene presente, nuestra relación, sin temor a equivocarme, ha ido de lo profesional a la amistad, así que me avisó enseguida. Una amiga fiel de tiempos de la Lenin y trabajadora del grupo Meliá me convidó a participar, a intentar dejar grabado el instante apenas se involucró en la cruzada. Incluso me llamaron ambos una tarde a mi oficina…
Eso no fue todo. Al intentar invitar a Dálida, otra amiga de la universidad y su esposo Michael, resultó ser que ambas habían compartido aula en la Facultad de Economía. Todos conectados e inyectándole buena vibra al pañuelo de energía que Poseidón y una pared humana tendieron sobre Lefont para contribuir con su primado.
He ahí el efecto pañuelo, que perfectamente conecta con el Amigo de nítida fe de Raúl Torres, pues todo quedó en familia, desde los que atestiguamos como cada 50 golpeos Lefont alzaba su voz y se acercaba al límite precedente de 1 503 caricias, hasta las inquietas muchachas de RedBull, deseosas de ver materializarse la quimera para energizar con su producto a Lefont no más abandonara las gélidas aguas (la temperatura frisaba los 20 grados). Entonces Douglas Hernández, pionero de la modalidad en Cuba, Lázaro Curbelo, igualmente plusmarquista, y la totalidad de los congregados siguieron minuciosamente cada golpeo. Al pie de la alberca Jorge del Valle, su mentor, orquestaba milimétricamente cada desplazamiento, hipnotizaba el balón Adidas que se utilizará en la Eurocopa de Francia para que su pupilo venciera el límite, miraban ambos ondear la bandera cubana en busca de la dirección del viento.
Se sucedieron 14 minutos de concentración total combinada con ajetreo en materia de aseguramiento. Hasta que coronó el esfuerzo y lanzó la bola al éter en señal de triunfo.
Hablar de desgaste es común en este tipo de cotas. Sucede que Lefont, conocido como el delfín del fútbol, prácticamente ha hallado en el agua su hábitat natural. control minucioso, dominio de la técnica de natación desde que se inició a los siete años en su natal Matanzas, y perfeccionamiento luego cuando fue miembro del equipo nacional de polo acuático, vencieron todo escollo de aire, litoral, y exceso de peso.
Las palmas para su control, ecuanimidad y perseverancia. Ahora nuevos horizontes comenzarán a inquietarlo: buscar la mayor cantidad de toques en 30 segundos y un minuto, cruzar a nado una piscina olímpica dominando. Retos, como también los tiene Meliá, Red Bull, Adidas y Havana Club, en su rol de patrocinadores y empresas líderes, como los enfrenta este cronista cada vez que empuña el bolígrafo y reviste su intelecto con una coraza de ideas.
Mañana de amigos, mundo pañuelo, amigo de nítida fe, confianza y hazañas… Una entre muchas.