Romance, amor… Imagine que por un momento usted lleva las alas de Cupido, tensa el arco y apunta a un espejo. Sí, necesita ser flechado, por todos los medios intenta sorprender a la chica o al chico de sus sueños y busca la fórmula perfecta para conseguirlo.
Si intenta llevar a feliz término su plan de conquista La Habana, una de las ciudades Seven Wonders, bien pudiera ser el escenario ideal. Lo digo por experiencia propia, pues protagonicé cinco o seis sesiones de Malecón bajo disímiles circunstancias antes de que Made, mi compañera fiel, me diera el sí definitivo.
Creo que durante esas citas, fui tocado por San Valentín, quien desde el Siglo XIV asumió su rol protagónico como patrón de los enamorados.
De cualquier manera es el Malecón habanero el sitio por excelencia de los enamorados en Cuba, no importa si son cubanos o visitantes foráneos. Siempre de alguna forma quedamos hipnotizados por esa mezcla de brisa costera, salitre, luz natural de la luna que abrigan casi ocho kilómetros de franja a lo largo de nuestro litoral norte. Bien pudiera rodarse una versión contemporánea de Romeo y Julieta con las múltiples historias que abriga.
Pero si de quietud e intimidad se trata, pese a no poseer el mismo grado de preferencia que hace unos años, tenemos al otro lado de la bahía al Cristo de La Habana. A la sombra de esa imponente escultura (posee 20 metros de altura sobre una base de tres metros y peso de 320 toneladas, todas de mármol de Carrara proveniente de Italia), obra de Jilma Madera, miles de parejas se han dado el sí. Emblema de la barriada de Casablanca, El Cristo ha derramado lágrimas, ha querido sonreír, ha sido cómplice de entrega de flores, anillos de compromiso, peticiones de matrimonio. Miradas perdidas en el horizonte, la entrada de la Bahía abriendo los brazos y en el corredor del corazón, el sabor de otra flecha que dio justo en el blanco de la persona pretendida.
Si el Cristo encierra ese sabor de cortejo, el Castillo del Morro y su faro, esa quietud en la que pudiéramos interpretar como la cima de la ciudad, con la vista nocturna en calidad de cómplice, tampoco puede faltar en esta relación. Si bien es un poco más difícil su acceso, merece la pena cruzar el túnel, caminar o levitar de la mano de esa persona anhelada e ideal y entonces soltar amarras y el ancla de los sentimientos en la vetusta fortaleza, que nunca niega su entrada a los apasionados, sirve de guía aún a los barcos que nos visitan y que además, adereza nuestra presencia con historias que ha soportado y sobreviven al implacable paso del tiempo, asociadas a ataques de corsarios y piratas…
Esa cuerda de trasladarnos a otras centurias, de ser eco de la historia a cada paso, convierte al Centro Histórico de la ciudad en otro blanco de Cupido. Sencillamente caminar, probar un bombón en la Casa del Chocolate, dejarse llevar por la melodía de las palomas en la Plaza Vieja, y detenerse en cualquier rincón adoquinado para sellar con un beso un sí y llenar de brillo los ojos hallan en ese enclave citadino su hábitat natural.
Y luego, si tras el beso, se antojan de un cóctel, una copa de vino o una cena romántica, variadas serán las opciones para el deleite y colofón de una velada.
De terrenalizar sensaciones y andar al compás de los adoquines en La Habana Vieja pasamos a un Paseo por las Nubes, parafraseando el filme protagonizado por Keanu Reeeves y Aitana Sánchez, pues los restaurantes La Torre, del Focsa y Sierra Maestra, del hotel Tryp Habana Libre pintan la cercanía de los latidos y el amor con las nubes. Algo así como tres metros sobre el cielo con la compañía perfecta. Colocar una estrella en el espectro de sensaciones de tu pareja y hacerlo con una vista nocturna de ensueño, platos exquisitos de alta cocina, y servicio de excelencia, pueden imbricarse con una vista panorámica 360 grados de la ciudad, o al menos de sus entornos más atractivos.
Sellar el paladar con placer, históricamente ha sido una guarnición de primera para los enamorados. Incluso el mismísimo Cupido, en sus formas, se antoja un dios del amor, según la mitología romana, bien alimentado por su madre Venus.
Entonces, este recorrido romántico, puede hallar otros disímiles puntos de encuentro como el parque Acapulco, la Fuente Luminosa y muchas tantas otras locaciones. En dependencia de cada interlocutor, y del paraje que usted haya decidido explorar para llevar a cabo su cruzada amorosa. Hay quien incluso ha enamorado en el Latinoamericano o la Ciudad Deportiva.
Yo sencillamente lo dejo a su elección, pues en mi caso, ya le entregué mi corazón a Made, concierto de la agrupación vocal estadounidense Take Six el 26 de septiembre del 2015 en el teatro Karl Marx mediante.