El cubano es un ser sui géneris. En los últimos tiempos he podido constatar algo. De hecho he bautizado un fenómeno: tenemos memoria digestiva, pues por lo general muchas personas recuerdan un suceso, viaje o evento, en primera instancia relacionándolo con algo que comieron.
Así, por ejemplo quedar deslumbrados ante la magia de la ciudad Luz, ese aire cautivador del París del Louvre, la Torre Eiffel… puede perfectamente estar aderezado en rol protagónico con un croissant. Algo parecido pudiera sucedernos con una lasaña a la boloñesa a pocos metros de la Fontana de Trevi, o una fabada espectacular en una taberna madrileña colindante con el Museo del Prado.
En mi Habana, el toque de la alta cocina tampoco falta. Y ante la proximidad del fin de año, los chefs, hombres creativos de sombrero blanco, aguzan todos sus sentidos en función del deleite de los comensales, clientes o visitantes.
De ahí que, un paseo citadino para los visitantes foráneos, bien pudiera conjugarse con una escala en algunos restaurantes especializados de la cadena hotelera Meliá.
El Meliá Cohiba, el Tryp Habana Libre y el Meliá Habana, sus instalaciones emblemáticas bajo el amparo de La Giraldilla, conjugan variedad en sus menús y excelencia tanto en la elaboración de los alimentos como en el servicio de atención.
Iniciaremos nuestra ruta cautivados por la comida tradicional cubana. Entonces el punto de escala obligatorio es El Barracón, donde podrá palpar el alma de los principales platos que caracterizan a Cuba, esculpidos con exactitud y en un ambiente acogedor. En calidad de menú escudero, igualmente podrá enrolarse en una cruzada con alguna oferta de la comida italiana.
La segunda opción, como un as de debajo de la manga, es el Restaurante Sierra Maestra. Hermosa vista nocturna se funde con platos exquisitos de alta cocina y una dosis superior de imaginación.
De hecho, el Sierra Maestra propone un menú especial de colofón del 2016 con cortesías ibéricas, selección de panes y mantequillas saborizadas, fusión mediterránea con piezas afinadas de queso Manchego y Feta marinados, Cremoso de Mariscos costeros al pastis de Marsella, Solomillo de res al perfume de tocino ahumado y Ron Santiago, meloso de hongos, crujientes al parmesano, galletas de papas fritas y mouse de chocolate en crujiente de frutos secos y sorpresa del bosque. Fieles a la tradición, acompañarán esta cena especial, frisando la medianoche, turrones y las 12 uvas afrodisiacas.
Dejarse caer cuesta abajo por la céntrica calle L, doblar derecha en Línea e ir al encuentro del Cohíba, se antoja la segunda escala de este periplo. Dos disparos certeros a nuestro paladar le asestaremos si el Med y La Piazza se convierten en nuestras elecciones.
En el primero de esos restaurantes, con una imagen renovada, se imbrican en un todo sui géneris de carta menú, su habitual oferta de platos mediterráneos, con platos de estación o temporada y un rincón de tapas. Puede cerrar los ojos y pedir variedad de carnes, pescados y mariscos, exquisitamente acompañados de los mejores vinos. Como para no prescindir.
Adivinar que nos depara La Piazza no es difícil. Su nombre indica que hablamos de tradicionales recetas de la alta cocina transalpina, caracterizada por sus pastas y salsas, en un ambiente que muestra el entorno beisbolero, bautizado como el juego de Cuba.
Aún con combustible en el tanque y después de cruzar el túnel de 5ta Avenida, descorrer a ambos lados enclaves pertenecientes a embajadas y consorcios sólidos del sector empresarial llega a su última parada nuestra travesía: el Meliá Habana y en él no debemos prescindir de La Bella Cubana y La Scala.
La Bella Cubana, les mostrará en un viaje de paladar, los secretos de la más alta cocina Oriental, fusionadas con la fantasía de la decoración y ambientación del inmueble. Seducidos por los olores y sabores y el glamour de la instalación.
La Scala, en cambio, nos hace dar un giro de 360 grados y retornar a la influencia de la cocina itálica. Servicio ágil y de alto nivel, a la vista de un precioso jardín tropical. La frescura, las delicias y la simpatía de la cocina italiana recreadas en un marco de elegancia constituyen el abanico de opciones a disposición de nuestros visitantes.
Menos de 10 kilómetros entre el inicio y meta de este viaje cómplice por los resquicios sensoriales de nuestras papilas gustativas. Indudablemente despediré el año lleno y complacido. ¿Usted se embulla?