Para apreciar la belleza del automovilismo clásico norteamericano no hace falta esperar a que se celebren las grandes exposiciones en los Estados Unidos. En las calles habaneras el amante de los autos vintage estaría en el medio ideal. Se pueden encontrar desde un precioso Ford Thunderbird de 1956 hasta los menos conocidos modelos de la Cadillac, los diferentes años de la Chevrolet (cuyo modelo del 55 parece superar en diseño y confort al resto), versiones casi extintas de la Plymouth, el poco fabricado Rambler, la Pontiac a todo color o la fuerte carrocería de los Ford.
Cuentan que en los 50′ s Cuba era el lugar de prueba de los autos americanos, primero rodaban aquí pequeñas muestras y luego eran vendidos en los garajes norteños a escala industrial.
Más allá de la capital, en todo el país, ruedan verdaderos museos, algunos originales hasta los tornillos, otros el resultado de la impresionante inventiva cubana. Se tiene certeza de la utilización de elementos de lavadores y ventiladores rusos en la mecánica cubana para autos viejos, por increíble que parezca es cierto.
A los clásicos dedicados al trabajo diario como Taxis se les conoce como Almendrones, quizá por el gran parecido a la fruta del almendro, o bien porque lo más importante luego de toneladas de lata es lo que llevan dentro, la gente.
Por 10 pesos en moneda nacional cualquier capitalino puede trasladarse en tramos relativamente cortos, luego de algún punto de referencia que puede ser un puente, o un túnel, hay que pagar el doble. Los choferes en este caso no van donde usted quiera, primero hay que negociar si la ruta que sigue lo deja cerca de su destino. Unos están mejores que otros, más o menos confortables, con olor a diésel o a algún pino aromatizante colgado en el espejo retrovisor, eso depende de la suerte.
Con seguridad ningún artefacto de los años 50’s se romperá. No importa si trabaja las 24 horas, Cuba se les hizo tan natural que el calentamiento del verano es su medio perfecto.
Muchos choferes no tienen ni idea del valor patrimonial que descansa bajo sus asientos, hay autos tan raros que los coleccionistas darían mucho dinero por tenerlos. Pero en Cuba un auto es un privilegio, a veces funciona como una fábrica: quien lo maneja no es el dueño y puede tener hasta tres conductores diferentes en tanto produzca dinero.
La mayoría de los Almendrones en Cuba están “trasplantados”, su corazón o motor puede ser de fabricación china o francesa, la caja de velocidades no tiene que ser de la misma marca y menos el diferencial. Existen casos como el de mi vecino, que suele llamarle “Internacional” a su Chevy pues tiene piezas de tantos países que ya perdió la cuenta. De Chevy solo va quedando el nombre.