Cuando Bertrand y su esposa Marcela pusieron rumbo a Cuba estas vacaciones no imaginaron que les tocaría vivir otra vez la experiencia tremenda de un huracán. Después de 19 viajes a la isla, ambos sabían muy bien lo que era un ciclón y lo que se sentía cuando un viento descomunal te perseguía por una carretera desierta soplándote en la nuca. En agosto de 2008, mientras este matrimonio francés pasaba unas vacaciones en la isla, dos huracanes seguidos, el Gustav y el Ike, azotaron el país en el intervalo de una semana. Betrand y Marcela se encontraban en aquel momento visitando Trinidad, una de las primeras siete villas fundadas por los españoles, poseedora de uno de los centros coloniales mejor conservados de América.
Al saber que se dirigía hacia ellos la terrible tormenta, la pareja partió a uña de caballo hacia La Habana en el coche que tenían alquilado. Con el ciclón pisándoles los talones recorrieron los 400 kilómetros que separan Trinidad del hotel Tryp Habana Libre, y al llegar una ráfaga de viento casi arranca la puerta del coche al entregarlo en recepción. “Fue algo tremendo”, recuerda Bertrand, un psicólogo que en sus cerca de setenta años ha visto de todo pero que dice haber aprendido mucho del alma humana en sus viajes por la isla.
Como cientos de turistas aquel tórrido verano de 2008 Bertrand y Marcela pasaron el ciclón protegidos en el Habana Libre, y aquella vivencia no la olvidarían jamás. “Sin embargo, aquello no impidió que regresáramos a Cuba, y tampoco lo impedirá ahora”, dicen, sentados hoy de nuevo en uno de los sofás del lobby del Habana Libre, donde cuentan su experiencia con el Irma, el huracán más intenso y potente formado nunca antes en el Atlántico que haya castigado la isla.
Los avisos del ciclón comenzaron la primera semana de septiembre. “Estábamos en el hotel Paradisus Varadero. Un día antes de llegar Irma la dirección del hotel nos cambió de habitación para estar más seguros, porque la nuestra quedaba muy cerca de la playa”. A Bertrand y Marcela les dieron instrucciones de no salir de sus cuartos hasta que no les avisasen de que el peligro hubiera pasado. “Estuvimos 36 horas”, afirman, y durante ese tiempo los empleados les llevaron allí la comida y todo lo que les hizo falta..
“El 9 de septiembre el ciclón empezó a golpear y golpear. Fue impresionante, nunca pensamos que sería tan fuerte”. Bertrand y Marcela recuerdan que mientras el Irma embestía contra las instalaciones del hotel con toda su fuerza, los trabajadores del hotel recorrían las diferentes áreas asegurándose de que todo los clientes estaban a salvo y protegiendo el establecimiento “al riesgo de su propia vida”.
-“Lo que hicieron fue increíble…Tenemos mucha admiración por ellos. Podemos decir que fueron heroes….”
#AfterIrmaStories: Cuba es un hogar para estos franceses que fueron sorprendidos por #Irma en el Paradisus Varadero. Esta es su historia! pic.twitter.com/Om98vy3tyy
— Meliá Cuba (@MeliaCuba) September 18, 2017
Ni en el Paradisus Varadero, ni en ninguno de los 27 hoteles Meliá en Cuba, ni en ninguna instalación turística del país hubo que lamentar víctimas. Todos los hoteles de la cayería norte de Cuba por donde pasó el ojo del huracán fueron desalojados con antelación. Más de 35.000 turistas se evacuaron y todo funcionó como un reloj. “Los turistas en el hotel no tuvimos problema, estuvimos bien… La peor parte se la llevó la gente, los cubanos en sus casas, que sufrieron los daños y pasaron días sin electricidad y aun así enfrentaron la situación con admirable disciplina y ánimo”.
Aseguran Bertrand y Marcela que esto es, precisamente, lo que más les ha impresionado y enamorado siempre de Cuba y de los cubanos: “su carácter, siempre alegre pese a la adversidad, tratando de ser felices con lo que tienen, aunque sea poco, mientras en Francia la gente se queja por todo aunque tenga mucho”.
Tras el azote del huracán la normalidad se restableció rápidamente en la mayoría de los hoteles en Varadero. Cuando Bertrand y Marcela regresaron a La Habana para proseguir sus vacaciones, los mismos empleados que pasaron la noche en vela el 9 de septiembre tratando de protegerles, trabajaban para recuperar los daños y rehabilitar las instalaciones. El Paradisus, informó la dirección de Meliá, permanecerá cerrado hasta el comienzo de la temporada alta, en noviembre, para, además, acometer reformas pendientes aprovechando lo sucedido.
Al mal tiempo buena cara, dice un dicho popular que Bertrand suele aconsejar a sus pacientes aplicarse. Una semana después del paso del Irma, con el sol radiante sobre la arena de Varadero, una parejita se casaba en el hotel Meliá Las Antillas. Él, cubano, había pasado un año planificando la fiesta con su familia y amigos en este resort de cuatro estrellas Plus All Inclusive.
El amor fue más fuerte que #Irma ¡y ellos decidieron casarse hoy! ¡Felicidades Jorge & Sabine! https://t.co/H6oEhHeeti #AfterIrmaStories pic.twitter.com/dlEutSlvQD
— Meliá Cuba (@MeliaCuba) September 18, 2017
De traje y con corbata, el novio, ella, de blanco, arrastrando la erre y además cumpliendo años, agradecían a los trabajadores del hotel que hubieran sido capaces de tenerlo todo listo para hacerles felices ese día, por encima del Irma.
A la misma hora, pero a 8.000 kilómetros de distancia, Marcela y Bertrand contaban a sus amigos en Francia su segunda experiencia con un tremendo huracán. Sentados en un sofá del Tryp Habana Libre, antes de terminar sus vacaciones, tenían muy claro lo que les dirían: nosotros volveremos pronto ¿os apuntáis?.