Mil veces he escuchado decir que Cuba es un eterno verano, y ciertamente gran parte del año las condiciones geográficas del país lo convierten en una suerte de paraíso.
Para algunos, estos meses de etapa estival son ideales para darse una escapada al corazón del Caribe, disfrutar de su luna de miel o desposarse para terrenalizar una boda de ensueño. Así, extrapolando o parafraseando emblemas del séptimo arte como “Novias fugitivas”, “Damas en Guerra”, “Los Cazanovias”, “Mi gran boda griega”, “La boda de mi mejor amigo”, o “El hijo de la novia”, entre otras, lo acercaremos a cinco lugares de Cuba que no debe perderse si en definitiva esos son sus propósitos:
La Habana
El primero de ellos es La Habana. Populosa ciudad de alrededor de tres millones de habitantes, donde pareciera que se rueda una peli de los 50 por la avalancha de autos clásicos circulando de la forma más natural y sin desenfado alguno. Colorido, formas y esa combinación de museos rodantes con el malecón y otros pasajes arquitectónicos de seguro fueron algunos argumentos para que fuera decretada Ciudad Maravilla.
Adoquines, sabores y aromas, humo singular de un cohíba, historias irrepetibles, ritmos y sonoridades, el frescor de la brisa costera, la compañía siempre fiel de un refrescante mojito… paladares, museos, música y danza.
En semejante pictograma encajan perfectamente los hoteles Meliá Cohiba, Meliá Habana y Tryp Habana Libre. Cada uno con argumentos particulares que invocan a la estancia. El Cohíba, cinco estrellas que ocupa una superficie de 10 000 metros cuadrados, con vista al mar asegurada, frente por frente al Malecón citadino, sitio romántico por excelencia y con un chasquido ya puede hallarse en el Habana o Jazz Café. Intimidad, gastronomía de primera y la vida nocturna que puede describir un Edén y consolidar una unión.
Ponga su mano en el lado izquierdo, camine por 25 y L hasta llegar a 23, suba su vista y escuchará melodías de latidos de ciudad, de pasajes memorables. Hablamos sin dudas del Tryp Habana Libre. Desde el bar Las Cañitas, con la complicidad de la piscina, hasta una de las vistas más glamorosas de la ciudad desde la Sala de Fiestas Turquino en el piso 25, este hotel cuatro estrellas de 572 habitaciones seduce por sí solo, desde su enclave, hasta el ambiente que se respira no más cruce el lobby. Por si esto no bastara, es uno de los nichos de múltiples eventos de índole cultural, deportivos y hasta políticos.
En la barriada de Miramar, igualmente con vista al mar y con estándares de servicios elevados. Cuenta con nueve plantas, distingue por sus terrazas y la brisa que lo puede acompañar, por la diversidad de la gastronomía, la piscina más grande entre todos los hoteles de ciudad, y cuatro bares especializados donde los cócteles de su elección no lo defraudarán. Un puente de amor en medio de la parte más cosmopolita de la ciudad, al menos en infraestructura. Si prefiere un entorno de playa, no demorará más de 40 minutos en llegar a las playas del Este desde este enclave.
Varadero, el gran azul
Su nombre lo distingue, o dice casi todo. Es el balneario más publicitado y visitado de Cuba. En este destino, ubicado en la Península de Hicacos con 22 kilómetros de playa, encontramos en el Paradisus Princesa del Mar, una de sus mejores opciones. En este complejo cinco estrellas, de 630 habitaciones y con la particularidad de solo admitir huéspedes mayores de 18 años, la privacidad está de antemano garantizada. Allí son famosas las ceremonias junto al mar, donde la suave brisa y la naturaleza sirven de escenario al amor. Los recién casados podrán encontrar aquí también un refugio lunamielero como pocos en el Caribe.
Cayo Santa María: Pura vida
Especial para las parejas que prefieren la intimidad, aislamiento y sensación de paz y aire puro, el Meliá Buenavista es el hotel a seleccionar en Cayo Santa María. Rodeado por tres playas y ensenadas vírgenes (900 m de mar), se distingue además por su ancha franja de arena blanca, sus aguas cristalinas, exuberante vegetación y rica variedad de fauna endémica.
Dos playas contemplativas que rodean el hotel en forma de ensenadas naturales y vírgenes caracterizadas por su arena rocosa bajo un mar muy bajo y transparente. Ideales para disfrutar de la tranquilidad, privacidad y paz que despiertan estos bellos paisajes costeros del Mar Caribe y para acompañar su luna de miel o sus votos de fidelidad con algo de adrenalina, esa que le pueden aportar el buceo y la pesca.
Cayo Coco: Paradigmático
Toca el turno de levar anclas y trasladarnos hacia Cayo Coco. Allí nos abre sus brazos el Meliá Cayo Coco. Esta instalación se erige sobre sólidas columnas de excelencia en materia de servicios, condiciones de confort y entorno.
De hecho, suites y habitaciones superiores están construidas sobre pilotes en una laguna natural de agua de mar, razón sumamente romántica y por la cual se recomienda para parejas que posean cierta dosis de intrepidez y además gusten de la naturaleza.
Playa Esmeralda: Distancia no significa olvido
Llegando casi a nuestro fin, pero no por falta de opciones, tocamos puerto en el Paradisus Río de Oro de Playa Esmeralda, en el litoral Norte de la oriental provincia de Holguín. Posee 354 habitaciones e igualmente está diseñado para la estancia de clientes mayores de 18 abriles. Este brinda, como incentivo adicional y para exacerbar las hormonas, una noche previa a las nupcias para los prometidos en habitaciones separadas. Además cuenta con un Gazebo decorado para celebración de bodas y una locación emergente en caso de mal tiempo.
Un viaje plagado de sugerencias, de costa a costa por la geografía cubana. Verano, sol y playa, ciudad, bodas y lunas de miel, una combinación para enamorados difícil de rechazar.