Cuba es un país sui géneris, de eso no me cabe la menor duda. De hecho, entre una de las razones de peso para que los visitantes nos prefieran por sobre otros destinos de características similares, está nuestra hospitalidad, carisma, ese flow muy particular que poseemos.
En ese collage y aprovechando, como si fuese una ola de surf, las potencialidades de nuestro amplio panorama socio-cultural, el grupo hotelero Meliá Cuba tuvo el tino de crear un espacio de interacción entre personalidades de diferentes ámbitos, públicos y sectores de la sociedad, dando fe de que ciertamente, arte, humanismo, turismo y desarrollo pueden converger como una idea bien germinada.
Así vio la luz el Blue Carpet, experiencia audiovisual que hasta ahora ha patentado acercamiento con personalidades de la cultura, el deporte y la sociedad cubanas e internacionales.
El Meliá Cohiba se llevó la arrancada en materia de escenarios propicios y desarrolló la Pool Experience que sirvió de marco propicio para entrevistar a figuras jóvenes de la actuación en nuestro país y luego otro Blue Carpet con el “Tren musical de Cuba”, Los Van Van.
La primera, como su nombre lo indica, imbricó en áreas de la piscina buena música por intermedio de la talentosa jazzista Zule Guerra, modernidad en las mezclas del Dj y productor Tyko Nava, pasarela con vestuarios de baños para la ocasión, baile, números acrobáticos, y la cofradía que establecieron varios de los prestigiosos exponentes contemporáneos de la actuación en nuestra Isla.
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Un hábitat muy particular para potenciar el disfrute, atraer y conocer un poco más de cerca a figuras de nuestro prisma cultural en varias vertientes.
Van Van es casi una religión para los amantes de la música popular bailable y especialmente la timba cubana. El sobrenombre del Tren Musical de Cuba le sienta de maravillas y el propio Samuel Formell, hijo del legendario Juan Formell y actual timonel de la banda confirmó que para la orquesta presentarse en el Habana Café y sentir el respaldo del público, especialmente el cubano que constituye su mayor termómetro puede considerarse inigualable. “Esa es la magia de los conciertos. Experimentar esa proximidad del público, tener la medida de que cuando como orquesta te mantienes, significa que dejarás un legado en el panorama de la música cubana”, sentenció, al tiempo que sentado en uno de los autos clásicos que decoran el Habana Café y en un impasse conseguido por los bailadores.
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VENGA LA ESPERANZA
Porque los niños son los que saben querer… y créanme, no existe nada más importante en mi vida desde su llegada, que mi pequeño Enzo Samuel. Ellos, con esa carga de naturalidad y sinceridad, siempre serán seres especiales.
Entonces cualquier lazo o puente que establezcamos con aquellos niños que fueron abandonados, o que han carecido de amor, será una expresión de gentileza y humanismo notable. Eso sintieron los niños sin amparo filial de la Casa 64, un nicho donde dar rienda suelta a sus sueños.
Un trozo de realidad matizado por alegrías y atenciones. La conexión se terrenalizó a través del proyecto “Pensamiento e identidad”. Enseñar a querer es una premisa de dicho proyecto y justamente por eso Meliá, sin miramientos decidió apoyar de alguna manera una causa ennoblecedora, vínculo que pretenden hacer sostenible en el tiempo.
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LA RISA, ESTADO DEL ALMA NECESARIO
Se ha convertido en un acompañante habitual de los eventos de Meliá: outlets, promociones… lo cierto es que Omar Franco, o Ruperto Isidoro Lamorú, como usted prefiera, siempre tiene un as de risa bajo la manga. Eso, para nosotros los cubanos, también es motivo de dicha. El actor desnudó a su personaje, el cual asevera que tiene muchos pasajes de comicidad y ficción, pero también refleja disímiles escenas de la realidad del cubano y nuestra vida cotidiana. Amante de los Van-Van, y capaz de calificar al maestro Juan Formell como un cronista de la vida, exhortó a siempre buscarle aristas divertidas a cada suceso de nuestras vidas.
Entonces tanto Omar como Ruperto, decidieron mantener la alianza que hoy intrínsecamente los populariza a ambos, y coincidieron en luchar con la vida… ¡A Pululu!
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