En la máquina de coser, una psicóloga cubana da las últimas puntadas a la mascarilla que se ha inventado para un sorteo excepcional en estos tiempos de crisis. El cubrebocas protector no sólo tiene el objetivo de que el ganador evite contagiarse de coronavirus, sino que trata de transmitir energía positiva a sus miles de amigos confinados que en estos días matan el tiempo conectándose a las redes sociales hasta que, a las 9 en punto de la noche, llega la hora del aplauso al personal sanitario, un homenaje que se rinde cada día en muchas partes del mundo a aquellos que enfrentan la epidemia en la primeria línea de fuego.
El juego es una excusa y una terapia para mantener el ánimo de sus amigos, y surgió de la necesidad de no dejarse caer ante una situación adversa como esta. Esta psicóloga podía haber metido un discurso muy profesional en Facebook sobre la necesidad psicológica de buscarse actividades lúdicas en momentos duros como estos, pero el objetivo no era ese, sino entretener en la práctica.
Entre coser y bordar, tardó un día en hacer la mascarilla y, cuando la terminó publicó su foto en internet e ideó una competencia de conocimientos para que la gente interactuara y olvidara por un rato sus problemas cotidianos y los rigores del confinamiento. Había que adivinar un animal misterioso, que no era otro que el manatí, un mamífero marino bien conocido por los indios taínos que habitaban en el Caribe y que formaba parte de su dieta.
La convocatoria tuvo cientos de respuestas en Facebook. Participaron psicólogos, escritores, actrices, artistas plásticos y otros profesionales, que pedían pistas cuando se trababan y de paso comentaban sus tribulaciones, congojas y particulares recetas para seguir adelante en estos tiempos inciertos.
La ganadora fue la nieta de un famoso diplomático cubano que jugó un papel destacado durante la Crisis de los Misiles de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. Como el virus ha demostrado ser tan mortífero que cualquier bomba o cohete, sesenta años después de aquel famoso episodio de la Guerra Fría, la premiada recibió su nasobuco cómo si se tratara de la mejor arma de defensa antiaérea.
El acto de entrega cumplió las disposiciones de distanciamiento social dispuestas. La psicóloga bajó de su apartamento en el barrio habanero de El Vedado con un palo de tres metros y el cubrebocas colgando de la punta, y así, sin contacto físico alguno, lo recibió la ganadora, terminando de este modo el sorteo ideado por su creadora como una operación de rescate emocional colectivo.
Tanto éxito tuvo esta primera adivinanza que hubo una segunda. En esta ocasión el juego tuvo dos momentos, había que descubrir una flor y un árbol, que fue la Siguaraya, y que en Cuba tiene carácter sagrado. A esta mata hasta le cantó el gran sonero cubano Benny Moré, el Bárbaro del Ritmo, en una conocida canción que dice: “En mi Cuba nace una mata, que sin permiso no se pue tumbar… Esa mata nace en el monte, esa mata tiene poder/ esa mata es, Siguaraya”. En esta ocasión, el premio consistió en un adorno móvil de papel maché, y para ganárselo cientos de internautas participaron en el concurso on line olvidando sus penas, que era el objetivo.
Así, con psicología y sentido del humor para mantener el ánimo han ido pasando los días y las noches en Cuba, mientras gracias a una efectiva estrategia sanitaria se ha logrado contener el avance de la epidemia y ahora se sientan las bases para preparar la salida de esta crisis. Médicos, psicólogos y profesionales de diversas especialidades planifican en estos momentos el futuro inmediato, la nueva normalidad, en la que la seguridad y la salud son prioritarias en cualquier esfera, pero quizás más que en ningún otro sector en el turismo, principal motor de la economía.
Cuba es uno de los países del mundo que parte con ventaja para enfrentar este reto. La valía de sus especialistas y la creatividad de sus gentes, la eficacia probada de su sistema de salud y una estrategia en la que se apuesta de forma clara por construir cimientos sólidos para la recuperación, sin dejarse llevar por objetivos cortoplacistas ni cantos de sirena, pueden convertir a Cuba en un santuario.
Es esta una isla caribeña bendecida por la naturaleza y donde la medicina es una fortaleza. Y los preparativos para convertir la adversidad en oportunidad han comenzado, incluidas adivinanzas, risas y ánimo bien cubano para recibir al futuro del mejor modo.