El Meliá Cohiba es un hotel que tiene un aura especial. No solo por su enclave, a pocos metros del Malecón habanero, por lo imponente de la edificación que abriga 462 habitaciones, su condición de cinco estrellas desde que abrió sus puertas el 31 de mayo de 1995, sino también por ser sede de importantes eventos, y hasta récords.
Recuerdo haber atestiguado, en octubre del 2010, la boda de Juan Formell, primera vez que además escuchaba en vivo a Alexander Abreu y Habana de Primera en uno de sus espaciosos salones (el Cetro).
Haciendo alusión a los récords, la mañana de sábado constituyó una especial, no solo por el hecho de que Jhoen Lefont, recordista mundial y Guinness de dominio del balón estableciera dos nuevas marcas, sino por el hecho de que en las inmediaciones de la piscina del Cohiba, el hábitat natural de Lefont para sus primacías, se dieron cita otros recordistas como Douglas Hernández, pionero de la disciplina en nuestro país, su hermano Erick, “el hombre récord” en tierra, Luis Carlos García, llamado a convertirse en el continuador en la modalidad, y José Cautelar, (Cueto), un hombre que tiene el mérito de haber torcido el habano más largo del que se haya tenido noticias: ¡90 metros!

Con semejante club de espectadores, desafiando la brisa costera en ocasiones incómoda, y la acción de los potentes rayos solares enviados por Ra, Lefont logró acariciar el balón con su testa 162 veces en 60 segundos, y por si eso no bastara instantes después llevó su marca de 1513 golpeos, hasta 1 664, hazaña esta última cubierta en aproximadamente 13 minutos.
El delfín a aletas quitadas
Al ser interpelado, aún con el isotérmico mojado, una gorra de los Astros de Houston, campeones de la última Serie Mundial de la MLB, y la sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro, expresó:
“La idea surgió a raíz de sentirme bastante cómodo en los entrenamientos tirándole al récord de un minuto. Entonces valoramos la posibilidad de romper el de 1 513, el más fuerte. Nos preparamos en función de ambos y salió, pese a algo de viento que siempre golpea, pero el clima en las mañanas de los últimos días siempre estuvo bueno.
La combinación en las sesiones pasó por iniciar con el del minuto, varias repeticiones y luego buscaba cantidad de toques. Los 1 513 los superé varias veces, solo que en el Complejo de Piscinas Baraguá las condiciones son diferentes: bajo techo no bate el aire, la luz del sol no afecta cuando miras hacia arriba el balón. Los tres últimos días vine al hotel a buscar las marcas en condiciones reales, además de que en las tardes dominaba el balón en tierra”.
A propósito, ¿qué tienes por delante?
“Me prepararé para el de menor tiempo cubriendo los 50 metros con la pelota en equilibrio sobre mi cabeza. Guinness me dio la posibilidad de implantarlo y creo que puedo superar el tiempo que piden, cercano a 1:20 minutos. Actualmente tengo registro de 1:14 minutos solo que esa categoría no estaba homologada aún. Para este necesito cubrir la distancia en una piscina oficial de 50 metros (olímpica) y lo realizaría en el Complejo”.
Presencia en el libro Guinness
“Un honor grandísimo, en la modalidad de dominio del balón solo incluyeron seis y entre esos en la edición del 2017 aparecí yo con el de 1 513 toques. Imaginen que el otro cubano que apareció fue Julio César La Cruz con sus títulos mundiales del boxeo”.
El talento para domesticar el balón…
“Desde el 2008-2009 lo hacía como un hobbie. En esa época nunca pensé que me convertiría en un recordista Guinness. Mi formación y diez años en el equipo nacional de polo acuático influyó. Para mi significaba relajarme tras la carga de los entrenamientos. Ahora lo percibo como mi razón de ser y lo tengo como algo muy serio”.
¿El trabajo físico con los planos musculares de mayor incidencia?
“La preparación la tengo bien definida. Trabajo mucho para el de largo aliento las piernas. Cuando ellas están bien paso al toque, el control del balón que es como un don. Lo restante es perfeccionarlo, buscar sincronización de brazos y piernas y buscar una vertical que me permitiera no moverme mucho. Lo otro es defender la pelota cuando el viento sopla.
Me gusta trabajar con música, me ayuda a liberar presión antes de romper el hielo. En los entrenamientos sucede de igual manera.
Hay otro competidor de México que se prepara para batir ese mismo récord, y no puedo dejarlo todo en este intento.
Cueto acuña
Para Cueto, el récord de Lefont significó algo extraordinario: “Me parece que hay que tener una estabilidad enorme dentro del agua golpeando la pelota. Por eso vine a brindarle fuerza y apoyo.
En el caso del tabaco de 90 metros que constituye mi récord, lo más difícil resultó conformar el tabaco, escoger la tripa. Imaginen una tripa para llenar 90 metros. Luego se requiere de delicadeza y oficio para empatar los pedazos y pasarle la capa.
Muy contento con mi amigo Lefont y creo que es más difícil golpear el balón más de 1 500 veces en el agua, que torcer un habano de 90 metros. El año próximo buscaré hacer uno de 100”, concluyó entusiasmado.

Por esas coincidencias del destino, Lefont, Cueto, Habanos, y Meliá Cohiba, instalación hotelera que precisamente lleva el nombre de una de las más prestigiosas marcas de tabacos cubanos.
Sencillamente un hotel que posee un toque especial a la hora de organizar, gestionar y acoger eventos. Formell, Lefont, muchas empresas novios y hasta quinceañeras, han y seguirán apostando por él.